En la antigua Israel, Dios proporcionó instrucciones específicas para crear un aceite de unción sagrado que se utilizaba en el tabernáculo y para consagrar a los sacerdotes. Este aceite simbolizaba la santidad y la dedicación a Dios. La orden de que nadie debía hacer o usar este aceite para fines personales enfatiza la importancia de mantener las cosas sagradas distintas de lo ordinario. Al establecer límites claros, Dios enseñaba a los israelitas sobre la naturaleza de la santidad y la necesidad de respetar lo que se ha consagrado a Él. Este principio de apartar lo que es santo se puede aplicar hoy en día al reconocer y honrar los aspectos sagrados de nuestra fe y adoración. Nos recuerda que ciertas cosas en nuestra vida espiritual deben ser tratadas con reverencia y no ser diluidas por el uso cotidiano. La consecuencia de ser "cortado de su pueblo" por el mal uso del aceite subraya la seriedad con la que Dios considera la santidad de Sus mandamientos y la importancia de la obediencia para mantener una comunidad fiel.
33 Cualquiera que compusiere perfume como este, y que lo pusiese sobre extraño, será cortado de su pueblo.
Éxodo 30:33
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