En esta poderosa declaración, Dios está comunicándose con el faraón a través de Moisés sobre la profunda relación que tiene con Israel. Al referirse a Israel como su 'hijo primogénito', Dios utiliza una metáfora que habría sido profundamente entendida en el contexto antiguo. El primogénito en una familia no solo era el heredero, sino también quien llevaba adelante el nombre y legado familiar. Este estatus venía con privilegios y responsabilidades.
La elección de Israel como su primogénito significa un vínculo especial y una promesa de protección y bendición. También implica una responsabilidad moral y espiritual por parte de Israel para vivir de acuerdo con las leyes de Dios y ser luz para otras naciones. Esta declaración establece el escenario para la narrativa de liberación de Egipto, ya que Dios está a punto de demostrar su poder y compromiso con su pueblo. Es un recordatorio de la relación de pacto que Dios establece con su pueblo, una que está arraigada en el amor, la elección y el propósito divino.