Las plagas de Egipto se desatan como un juicio divino contra la opresión del faraón. La primera plaga, la invasión de ranas, cubre la tierra, causando gran incomodidad y sufrimiento. A pesar de la aflicción, el faraón endurece su corazón y se niega a liberar a los israelitas. Las plagas continúan con la aparición de piojos y moscas, cada una de ellas un recordatorio del poder de Dios sobre la naturaleza y los dioses egipcios. Este capítulo resalta la resistencia del faraón y la creciente desesperación del pueblo egipcio. A medida que las plagas aumentan, también lo hace la revelación del carácter de Dios como el único verdadero Dios que tiene autoridad sobre toda la creación.
Éxodo capítulo 8
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