Ezequiel aborda el problema de los falsos profetas que desvían a la gente al afirmar haber recibido mensajes de Dios. Estas personas crean visiones y adivinaciones falsas, presentándolas como si fueran revelaciones divinas. A pesar de no haber sido enviados por Dios, proclaman audazmente, "Así ha dicho Jehová", esperando que sus palabras se cumplan. Esta situación subraya el peligro del engaño y la responsabilidad de los líderes espirituales de hablar con veracidad. Sirve como una advertencia a la comunidad para que esté alerta y sea discernidora, asegurándose de seguir la verdadera guía de Dios.
El pasaje anima a los creyentes a buscar una relación personal con Dios, donde puedan discernir Su voz a través de la oración, el estudio de las escrituras y la guía del Espíritu Santo. También recuerda a los fieles que deben probar los espíritus y las enseñanzas que encuentran, alineándolas con la verdad de la palabra de Dios. Esta vigilancia ayuda a prevenir la propagación de enseñanzas falsas y mantiene la integridad de la comunidad de fe.