Después del diluvio, Dios redefine la relación entre los humanos y el reino animal. Este versículo significa un cambio en el que se otorga a los humanos el dominio sobre todas las criaturas vivientes. El temor y el miedo mencionados indican un orden natural establecido por Dios, donde los animales respetarán instintivamente a los humanos. Este dominio no se trata solo de control o explotación; implica un rol de administración donde se confía a los humanos el cuidado y la gestión de las criaturas de la tierra.
Además, este versículo refleja el tema más amplio de la responsabilidad de la humanidad en la creación. Aunque se les otorga autoridad, viene con la expectativa de una administración sabia y compasiva. El miedo de los animales es un recordatorio de las dinámicas de poder, pero también llama a los humanos a actuar con integridad y cuidado. Esta relación es parte del pacto de Dios con Noé y sus descendientes, marcando un nuevo comienzo para la humanidad y el mundo natural. Asegura a los creyentes su lugar en la creación y las responsabilidades que conlleva.