La fe es un pilar fundamental de la vida cristiana, y este versículo subraya su papel vital. Habla del corazón de lo que significa ser un seguidor de Cristo: vivir no por vista, sino por confianza en las promesas de Dios. Los justos, aquellos que están en buena relación con Dios, son llamados a vivir por fe, lo que implica depender de la guía y provisión de Dios en cada aspecto de la vida. Esta dependencia no es pasiva, sino activa, requiriendo que los creyentes avancen con confianza, incluso cuando el camino no está claro.
La segunda parte del versículo sirve como advertencia contra el retroceso, que se puede entender como retirarse por miedo o perder la fe. Dios desea que sus seguidores sean valientes y audaces, confiando plenamente en Él. Este mensaje es especialmente relevante en tiempos de prueba e incertidumbre, donde la tentación de dudar o rendirse puede ser fuerte. Al vivir por fe, los creyentes se alinean con la voluntad de Dios y encuentran fortaleza en su presencia, sabiendo que Él se complace en su perseverancia y confianza.