Este versículo enfatiza el papel fundamental de Jesús en el establecimiento de un nuevo y mejor pacto entre Dios y la humanidad. Un juramento, en términos bíblicos, es una promesa solemne o un compromiso, y en este contexto, se refiere a la promesa de Dios respecto al sacerdocio eterno de Jesús. Esta promesa es significativa porque asegura a los creyentes un nuevo pacto que supera al antiguo, que se basaba en la ley y los sacrificios. Jesús, como fiador, garantiza que las promesas de este nuevo pacto se cumplan. Este nuevo pacto es considerado superior porque ofrece una relación más íntima y directa con Dios, fundamentada en la gracia y la misericordia, en lugar de la estricta adherencia a la ley. Al ser el fiador, Jesús proporciona certeza y esperanza a los creyentes, afirmando que el nuevo pacto es eterno e inquebrantable. Esto refleja la naturaleza transformadora del sacrificio de Jesús y su continuo papel como mediador, ofreciendo a los creyentes una conexión más profunda con Dios y la promesa de vida eterna. El versículo asegura a los cristianos la firmeza de las promesas de Dios y la seguridad que se encuentra en la mediación de Jesús.
Por tanto, Jesús es hecho fiador de un mejor pacto.
Hebreos 7:22
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