En el contexto del tabernáculo, el Lugar Santísimo era donde se creía que habitaba la presencia de Dios, y solo el sumo sacerdote podía entrar una vez al año. Este versículo explica que el Espíritu Santo estaba utilizando el antiguo sistema del tabernáculo para enseñar que el camino hacia la presencia de Dios no estaba completamente abierto bajo el antiguo pacto. Los rituales y sacrificios del primer tabernáculo eran temporales y simbólicos, apuntando hacia un camino más perfecto. Este nuevo camino fue revelado a través de Jesucristo, quien, por su muerte y resurrección, abrió el acceso directo a Dios para todos los creyentes.
El versículo subraya la transición del antiguo pacto, que se basaba en la ley y los rituales, al nuevo pacto, que se fundamenta en la gracia y la fe en Cristo. Invita a los creyentes a reconocer la importancia del papel de Jesús como el Sumo Sacerdote definitivo, quien media una nueva relación entre Dios y la humanidad. Esta comprensión anima a los cristianos a abrazar la libertad y la intimidad con Dios que proviene de la fe en Jesús, superando las limitaciones del antiguo sistema.