Isaías 40:21 actúa como un recordatorio retórico de la presencia eterna de Dios y de las verdades fundamentales que han sido conocidas desde el principio de los tiempos. Este versículo desafía al lector a recordar el conocimiento de la creación de Dios y Su soberanía, que han sido evidentes desde el comienzo. Sugiere que la conciencia del poder de Dios y Su creación no es una revelación nueva, sino que ha sido parte de la conciencia humana desde los cimientos de la tierra. Este pasaje anima a los creyentes a reflexionar sobre la continuidad de la verdad de Dios y la naturaleza perdurable de Su palabra. Al preguntar si no hemos sabido o oído, enfatiza que la evidencia de la obra de Dios está a nuestro alrededor, visible en el mundo natural y en la historia de la humanidad. Esta comprensión nos llama a confiar en la fiabilidad y constancia de la sabiduría y presencia de Dios, ofreciendo la seguridad de que Sus verdades son atemporales e inmutables.
El versículo también sirve como un recordatorio suave para permanecer anclados en el conocimiento de Dios que ha sido compartido a través de las generaciones. Nos invita a mirar más allá de las preocupaciones inmediatas y transitorias de la vida y a anclar nuestra fe en las verdades eternas que han sido reveladas desde el principio de la creación. Al hacerlo, proporciona consuelo y seguridad sobre la naturaleza inmutable de Dios y Su continua participación en el mundo.