En el capítulo 48, Jeremías se dirige a Moab, denunciando su arrogancia y orgullo. A través de una serie de oráculos, se profetiza el juicio inminente que caerá sobre esta nación debido a su idolatría y su desprecio por Dios. Las imágenes de desolación y destrucción pintan un cuadro sombrío del destino de Moab, que será devastado por sus enemigos. Este capítulo destaca la seriedad de la desobediencia y la importancia de la humildad ante Dios. La caída de Moab se convierte en un símbolo de la justicia divina, recordando a los lectores que la soberanía de Dios se extiende sobre todas las naciones. Este pasaje invita a la reflexión sobre la necesidad de reconocer nuestra dependencia de Dios y evitar la arrogancia que puede llevar a la ruina.
Jeremías capítulo 48
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