Elihu describe el poder de Dios manifestado en la naturaleza, utilizando imágenes vívidas de tormentas y fenómenos naturales para ilustrar la majestad divina. Llama a Job a temer a Dios y a reconocer su grandeza, enfatizando que la naturaleza misma da testimonio de la soberanía de Dios. Este capítulo es un recordatorio de la inmensidad de Dios y de la necesidad de la humanidad de someterse a su voluntad. La descripción de Elihu sobre el poder de Dios invita a los lectores a contemplar la grandeza de lo divino y a reflexionar sobre su propia posición ante el Creador.
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