María es presentada como la hermana de Lázaro, quien se encuentra gravemente enfermo. Es conocida por su acto de devoción al ungir a Jesús con perfume y secar sus pies con su cabello. Este acto es significativo porque demuestra el profundo amor y reverencia que María tenía por Jesús. En un contexto cultural donde tal acto era tanto costoso como humillante, subraya su disposición a honrar a Jesús por encima de las normas sociales. Sus acciones anticipan la unción de Jesús para su sepultura, simbolizando la preparación para su muerte sacrificial. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre sus propias expresiones de fe y devoción, animándolos a considerar cómo pueden honrar a Dios en su vida diaria. El ejemplo de María sirve como un recordatorio de que los actos de amor y adoración, sin importar cuán pequeños o grandes sean, son valiosos a los ojos de Dios. Nos desafía a priorizar nuestra relación con Dios y a expresar nuestra fe a través de acciones genuinas y sentidas.
La historia de María también resalta la relación personal que tenía con Jesús, recordándonos que la fe no se trata solo de seguir reglas, sino de una conexión profunda y personal con lo divino. Su disposición a romper normas culturales para mostrar su devoción es un poderoso ejemplo de la fe en acción.