En esta conmovedora oración, Judith evoca la memoria de Simeón, su ancestro, quien tomó medidas decisivas contra quienes agraviaron a su hermana, Dina. Esta referencia subraya un tema de justicia divina y la protección de los vulnerables. Al recordar esta historia, Judith apela al sentido de justicia y rectitud de Dios, buscando Su apoyo en su propia lucha contra la opresión. La oración es un poderoso recordatorio de la preocupación de Dios por los inocentes y Su intolerancia hacia actos de violencia y vergüenza. La invocación de Judith a Dios como protector y vengador de las injusticias sirve de inspiración para que los creyentes confíen en la justicia divina. Su oración no es solo un ruego por fortaleza personal, sino también un llamado a la intervención divina para mantener el orden moral. Este pasaje anima a los creyentes a tener fe en el poder de Dios para corregir los errores y a actuar con valentía y convicción ante la injusticia. Resalta la importancia de la oración como medio para buscar guía y fortaleza divina, reforzando la creencia de que Dios está con aquellos que persiguen la justicia y la rectitud.
Y oró Judith, diciendo: Señor Dios de mis padres, Dios de la herencia de Israel, escucha ahora la oración de tu sierva, y toma en cuenta la tribulación de tu pueblo.
Judith 9:2
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