La exclamación de Elizabeth revela su profundo sentido de asombro y humildad en presencia de María, quien lleva en su vientre a Jesús. Ella reconoce al niño no nacido como su Señor, lo que demuestra una comprensión profunda de la naturaleza divina de Jesús incluso antes de su nacimiento. Esta revelación es inspirada por el Espíritu Santo, ya que Elizabeth se llena del Espíritu al escuchar el saludo de María. Sus palabras también reflejan la alegría y el honor que siente al ser parte del plan de salvación que Dios está desarrollando. La respuesta de Elizabeth es un testimonio de su fe y del reconocimiento de la obra de Dios en el mundo. Este momento es significativo, ya que subraya la interconexión del plan de Dios, uniendo a María y Elizabeth, ambas elegidas para desempeñar roles fundamentales en la historia de la salvación. Su encuentro es una celebración de la fe, la humildad y la obra milagrosa de Dios, recordándonos la importancia de reconocer y honrar la presencia y el propósito de Dios en nuestras vidas y en las de los demás.
¿Y de dónde a mí este honor de que la madre de mi Señor venga a mí?
Lucas 1:43
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