De acuerdo con la ley judía, María y José llevaron a Jesús al templo en Jerusalén para los ritos de purificación. Estos ritos eran parte de la Ley de Moisés, que requería un período de purificación después del parto. Al presentar a Jesús al Señor, estaban cumpliendo con las obligaciones religiosas de su fe. Este evento subraya la importancia de la obediencia a los mandamientos de Dios y el papel de la tradición en la vida espiritual. También refleja el compromiso de María y José con su fe y su deseo de honrar a Dios con sus acciones.
La presentación de Jesús en el templo también significa el comienzo de Su vida dedicada al servicio de Dios. Es un momento de consagración, donde Jesús es reconocido como perteneciente a Dios. Este acto de presentar a Jesús simboliza ofrecer la propia vida a Dios, un tema que resuena con los cristianos que buscan vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. La humildad y fidelidad de María y José sirven como un ejemplo para todos los creyentes, enfatizando la importancia de vivir una vida dedicada a Dios y a Sus propósitos.