Jesús habla de la impermanencia del mundo físico en comparación con la verdad perdurable de sus palabras. Este contraste resalta la naturaleza transitoria de las cosas terrenales, incluyendo el cielo y la tierra, que están sujetas a cambios y decadencia. En contraste, las palabras de Jesús son eternas, ofreciendo una fuente firme de verdad y guía. Esta certeza es especialmente reconfortante en tiempos de incertidumbre o cambio, ya que recuerda a los creyentes que las promesas y enseñanzas de Dios son una base confiable. El versículo invita a los cristianos a centrarse en las verdades espirituales en lugar de en preocupaciones temporales y mundanas. Al enfatizar la permanencia de sus palabras, Jesús invita a sus seguidores a confiar en sus enseñanzas, que proporcionan sabiduría y dirección que permanecen relevantes a lo largo de todas las épocas. Esta perspectiva eterna anima a los creyentes a vivir con esperanza y confianza, sabiendo que la verdad de Dios perdurará más allá de la naturaleza efímera del mundo material.
El cielo y la tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán.
Lucas 21:33
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