El bautismo de Jesús es un acontecimiento fundamental que resalta su papel como el Mesías y su profunda conexión con la humanidad. Al optar por ser bautizado junto a otros, Jesús demuestra humildad y solidaridad con aquellos a quienes vino a salvar. Este acto de bautismo no es solo un ritual; es una expresión profunda de obediencia y una declaración pública de su misión. Mientras Jesús ora, los cielos se abren, lo que significa la aprobación divina y el comienzo de su ministerio terrenal. Este momento destaca la importancia de la oración para conectarse con Dios y recibir guía y fortaleza. La apertura del cielo también simboliza la ruptura de barreras entre los reinos divino y humano, dando paso a una nueva era de gracia y salvación. Para los creyentes, el bautismo de Jesús sirve como un modelo de fidelidad y un recordatorio del poder transformador de alinearse con la voluntad de Dios. Nos invita a reflexionar sobre nuestros propios caminos espirituales y las maneras en que podemos encarnar el ejemplo de Cristo en nuestras vidas.
Cuando todo el pueblo se bautizaba, también Jesús fue bautizado; y orando, el cielo se abrió,
Lucas 3:21
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