Los fariseos, al responder a Jesús, citan la ley dada por Moisés como justificación para la práctica del divorcio. En la antigua Israel, Moisés proporcionó esta concesión legal para gestionar y regular el divorcio, que ya se estaba llevando a cabo. Se pretendía proteger los derechos de la mujer divorciada, asegurando que tuviera un documento formal que le permitiera volver a casarse. Sin embargo, Jesús utiliza este momento para resaltar una verdad más profunda sobre el matrimonio. Señala que esta provisión se hizo debido a la dureza del corazón humano, no porque fuera el ideal de Dios. Jesús enfatiza que el matrimonio debe ser un compromiso de por vida, reflejando el diseño original de Dios para las relaciones humanas. Esta enseñanza desafía a los oyentes a mirar más allá de la letra de la ley y entender el espíritu detrás de ella, fomentando una visión del matrimonio que honre el amor mutuo y la fidelidad. Al centrarse en la santidad y permanencia del matrimonio, Jesús llama a sus seguidores a un estándar más alto de integridad y fidelidad en las relaciones.
Y dijeron: En Moisés nos permitió escribir carta de divorcio, y repudiarla.
Marcos 10:4
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