Durante la crucifixión, los transeúntes se burlaban de Jesús, recordando su afirmación sobre derribar el templo y reconstruirlo en tres días. Este malentendido surge de su lenguaje metafórico, donde se refería a su propio cuerpo como el templo. La reconstrucción en tres días simbolizaba su resurrección, un evento fundamental en la fe cristiana. Esta escena ilustra la magnitud de la burla y la incredulidad que Jesús soportó, incluso mientras cumplía su misión de salvación. A pesar del desprecio, las palabras de Jesús eran proféticas, señalando la esperanza y la redención que se encuentran en su resurrección. Este momento sirve como un recordatorio de los desafíos que enfrentó Jesús y la profundidad de su amor y sacrificio por la humanidad. También invita a los creyentes a reflexionar sobre la importancia de su resurrección, que se encuentra en el corazón de la fe cristiana, ofreciendo nueva vida y esperanza eterna a todos los que creen.
Y los que pasaban le injuriaban, moviendo la cabeza y diciendo: ¡Eh! Tú que derribas el templo y en tres días lo edificas,
Marcos 15:29
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