En este momento, Jesús se encuentra con un hogar abrumado por el dolor debido a la aparente muerte de una niña. Los que lloran están en una lamentación ruidosa, una expresión cultural común del duelo. La afirmación de Jesús, "La niña no está muerta, sino duerme", es tanto literal como metafórica. Literalmente, está a punto de demostrar Su poder para resucitarla, mostrando que la muerte no es la última palabra. Metafóricamente, Sus palabras nos recuerdan que lo que parece permanente e irreversible para nosotros no lo es para Dios. La perspectiva de Jesús desafía a los que lloran —y a nosotros— a ver más allá de las circunstancias inmediatas y a confiar en Su poder para provocar un cambio milagroso. Sus palabras nos invitan a pasar de la desesperación a la esperanza, de la tristeza a la expectativa de la intervención de Dios. Este pasaje anima a los creyentes a mantener la fe en las promesas de Dios y en Su capacidad para traer vida y renovación, incluso en las situaciones más desesperadas.
Y entrando, les dijo: ¿Por qué alborotáis y lloráis? La niña no está muerta, sino duerme.
Marcos 5:39
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