En esta enseñanza, Jesús utiliza un lenguaje hiperbólico para enfatizar la importancia de evitar el pecado a toda costa. El ojo, una parte vital y preciosa del cuerpo, simboliza cualquier cosa que pueda llevarnos al pecado. Jesús no aboga por el daño físico, sino que ilustra las medidas drásticas que uno debería estar dispuesto a tomar para mantener la integridad espiritual. El mensaje se centra en priorizar lo eterno sobre lo temporal, instando a los creyentes a considerar las consecuencias del pecado y el valor de la vida eterna con Dios. Al usar imágenes tan vívidas, Jesús capta la atención de su audiencia, animándolos a reflexionar profundamente sobre su camino espiritual y las decisiones que toman. Este pasaje es un llamado a examinar qué en nuestras vidas podría alejarnos de Dios y a tomar acciones decisivas para eliminar esos obstáculos, asegurando que nuestro camino permanezca alineado con el reino de Dios.
Y si te ofendiere tu ojo, sácalo; mejor te es entrar en el reino de Dios con un ojo que teniendo dos ojos ser echado en el infierno.
Marcos 9:47
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