En este versículo, Jesús utiliza una metáfora que involucra a niños que tocan música para transmitir un mensaje sobre la indiferencia espiritual de la gente de su tiempo. Los niños tocan una flauta, esperando que los demás bailen, y cantan un lamento, esperando que haya duelo, pero no reciben respuesta. Esta imagen refleja la realidad espiritual más amplia de personas que son insensibles a los mensajes de Dios. Jesús señala que, ya sea que el mensaje sea de alegría o de tristeza, la gente permanece inmóvil. Esto puede verse como una crítica a aquellos que no logran reconocer la importancia tanto del ministerio de Juan el Bautista como del de Jesús. Juan vino con un mensaje de arrepentimiento, como un lamento, y Jesús trajo la buena nueva del reino, como una melodía alegre, pero muchos no respondieron adecuadamente a ninguno de los dos. El versículo desafía a los creyentes a examinar su propia receptividad al llamado de Dios, animándolos a estar abiertos y atentos a las formas en que Dios se comunica a través de diferentes experiencias y mensajes. Sirve como un recordatorio para estar espiritualmente comprometidos y no perderse las invitaciones divinas presentes en la vida cotidiana.
Y decían: ¿A qué compararé a esta generación? Es semejante a unos muchachos que se sientan en las plazas, y llaman a sus compañeros,
Mateo 11:17
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