En este versículo, Jesús se dirige a la multitud acerca de Juan el Bautista, haciendo una declaración profunda sobre su papel en el plan de Dios. Al referirse a Juan como 'Elías que había de venir', Jesús conecta a Juan con la profecía del Antiguo Testamento que se encuentra en Malaquías 4:5, la cual habla del regreso de Elías antes del 'gran y terrible día del Señor'. Esto no significa que Juan sea literalmente Elías reencarnado, sino que encarna el espíritu y la misión de Elías, preparando el camino para Jesús, el Mesías.
Esta identificación resalta la continuidad entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, mostrando que las promesas de Dios se están cumpliendo de maneras inesperadas. También desafía a la audiencia a estar abierta a las revelaciones de Dios, que pueden no alinearse con sus nociones preconcebidas. La declaración de Jesús es una invitación a reconocer la importancia del ministerio de Juan y su papel en la narrativa más amplia de la salvación. Llama a una disposición para aceptar a los mensajeros de Dios y el mensaje transformador que traen, instando a estar listos para abrazar el nuevo pacto que Jesús inaugura.