Durante una aterradora tormenta en el Mar de Galilea, Jesús se acerca al barco de sus discípulos, caminando sobre el agua. Los discípulos están aterrorizados, pensando que ven un fantasma. Jesús les habla de inmediato, diciendo: "¡Tened ánimo! Yo soy; no temáis!" Sus palabras son un poderoso recordatorio de su autoridad divina y su presencia. En momentos de miedo e incertidumbre, Jesús ofrece consuelo y paz.
Su mandato de "tened ánimo" es una invitación a confiar en su fuerza en lugar de en la nuestra. Al identificarse con "Yo soy", Jesús enfatiza su presencia constante, incluso en las situaciones más desafiantes. Su llamado a no temer nos anima a confiar en su capacidad para calmar las tormentas en nuestras vidas. Este pasaje resalta la importancia de la fe y el poder transformador de la presencia de Jesús, instando a los creyentes a encontrar consuelo y valentía en él, sin importar los desafíos que enfrenten.