En la mañana siguiente al Sabbath, ocurrió un evento notable que anunciaba la resurrección de Jesucristo. Un ángel del Señor descendió del cielo, provocando un terremoto significativo, una manifestación física del poder divino en acción. El ángel removió la piedra de la entrada de la tumba de Jesús y se sentó sobre ella, un gesto que simboliza victoria y autoridad sobre la muerte. Este acto no fue solo una demostración física, sino un profundo mensaje espiritual: la tumba no pudo retener a Jesús, afirmando Su triunfo sobre la muerte y el pecado.
La presencia del ángel en la tumba sirve como testigo celestial de la resurrección, proporcionando evidencia tangible de la intervención de Dios en la historia humana. Este momento es una piedra angular de la fe cristiana, enfatizando la realidad de la resurrección y la promesa de vida eterna para los creyentes. Asegura a los cristianos sobre la omnipotencia de Dios y Su compromiso de cumplir Sus promesas. Las acciones del ángel invitan a los creyentes a confiar en el poder de Dios para traer transformación y renovación, incluso frente a obstáculos que parecen insuperables.