Las mujeres que fueron a la tumba de Jesús se encontraron con una vista asombrosa: la tumba estaba vacía y un ángel les había informado sobre la resurrección de Jesús. Este encuentro las dejó sintiendo tanto miedo como alegría. El temor que experimentaron fue una respuesta humana natural ante lo divino y milagroso, ya que estaban presenciando algo más allá de la experiencia humana ordinaria. Sin embargo, su alegría fue profunda, ya que significaba el cumplimiento de la promesa de resurrección de Jesús, un pilar de la fe cristiana.
Su reacción inmediata fue correr y compartir esta increíble noticia con los discípulos, mostrando la urgencia e importancia de difundir el mensaje de esperanza y vida que representa la resurrección de Jesús. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre cómo la fe puede transformar el miedo en alegría y acción. Anima a los cristianos a ser mensajeros de la resurrección, compartiendo la alegría de la victoria de Cristo sobre la muerte con los demás. La respuesta de las mujeres sirve como un modelo de cómo los creyentes pueden vivir su fe, abrazando tanto el asombro como la alegría de las promesas de Dios.