En este versículo, Dios insta a los israelitas a recordar eventos históricos específicos que subrayan sus obras justas. La referencia a Balac, rey de Moab, y Balaam, el profeta, sirve como un recordatorio de cómo Dios transformó maldiciones en bendiciones para Israel. Balac intentó maldecir a Israel a través de Balaam, pero Dios intervino, asegurando que solo se pronunciaran bendiciones sobre su pueblo. Este evento es un poderoso testimonio del poder protector de Dios y su capacidad para convertir el daño intencionado en bien.
El trayecto de Sitim a Gilgal marca la transición de los israelitas de vagar por el desierto a entrar en la Tierra Prometida. Sitim fue su último campamento antes de cruzar el río Jordán, y Gilgal fue su primer campamento dentro de la Tierra Prometida. Este viaje simboliza la fidelidad de Dios al cumplir sus promesas y su guía en tiempos difíciles. Al recordar estas acciones, los israelitas son alentados a confiar en la justicia de Dios y a permanecer fieles a Él, reconociendo que sus acciones pasadas son un testimonio de su compromiso duradero con su pueblo.