Los israelitas recibieron instrucciones específicas para sus momentos de alegría, que incluían el uso de trompetas durante sus festivales y las fiestas de la luna nueva. Estas ocasiones se marcaban con el sonido de trompetas sobre sus ofrendas de holocausto y de paz. Esta práctica era profundamente simbólica, sirviendo como un memorial ante Dios. Recordaba al pueblo Su constante presencia y fidelidad en sus vidas. Las trompetas no eran meramente instrumentos musicales, sino que se usaban como un medio de comunicación con Dios, expresando alegría, gratitud y reverencia.
El acto de tocar las trompetas era una forma de santificar las celebraciones, apartándolas como sagradas y dedicadas a Dios. Era un recordatorio de la relación de pacto entre Dios y Su pueblo, enfatizando su dependencia de Él para provisión y protección. Las festividades y fiestas eran momentos de reunión comunitaria, donde el pueblo podía expresar colectivamente su fe y gratitud. Al incorporar las trompetas, estos eventos se convertían en una poderosa expresión de adoración y recuerdo, reforzando la identidad de la comunidad y su compromiso con Dios.