Durante el viaje de los israelitas por el desierto, Dios instruyó a Moisés para que realizara un censo de las personas, organizándolas por tribus. La tribu de Rubén, bajo el liderazgo de Elizur, tenía un papel significativo al sur del campamento. Este censo no solo era una medida práctica, sino también un ejercicio espiritual que recordaba a los israelitas su identidad como pueblo elegido de Dios y su misión colectiva. La cantidad de hombres en cada tribu, como los 41,500 de Rubén, refleja su tamaño y potencial contribución a la defensa y el trabajo de la comunidad.
Cada tribu tenía un lugar designado en el campamento y un rol en la marcha, asegurando orden y eficiencia durante su travesía. La enumeración detallada subraya la importancia de cada tribu e individuo en la narrativa del viaje de Israel. Resalta la interconexión de la comunidad, donde cada persona tenía un papel y un propósito. Esta organización era crucial para mantener la unidad y la fortaleza, demostrando cómo Dios valora el orden y las contribuciones de cada miembro al conjunto. El censo también servía como un recordatorio de las promesas de Dios y el cumplimiento de Sus planes a través de Su pueblo.