En el tercer capítulo de Filipenses, Pablo aborda la amenaza de los falsos maestros que buscan desviar a los creyentes de la verdadera fe. Con una firme advertencia, les recuerda que la verdadera circuncisión es la que se realiza en el corazón, no en la carne. Pablo comparte su propio testimonio, describiendo su pasado como fariseo y su búsqueda de justicia a través de la ley. Sin embargo, todo eso lo considera como pérdida en comparación con el conocimiento de Cristo. Este capítulo es un poderoso recordatorio de que la verdadera justicia proviene de la fe en Cristo y no de las obras de la ley. Pablo expresa su deseo de conocer a Cristo y experimentar el poder de su resurrección, así como participar en sus sufrimientos. La meta de alcanzar la resurrección es un tema central, instando a los filipenses a seguir adelante en su caminar de fe y a no desanimarse ante las dificultades.
Filipenses capítulo 3
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