La imagen en este versículo es impactante e intensa, representando una escena de victoria donde los enemigos del pueblo de Dios son completamente derrotados. No se trata de un llamado literal a la violencia, sino de una expresión metafórica de la justicia suprema de Dios y el triunfo del bien sobre el mal. En tiempos antiguos, un lenguaje así era común para describir la totalidad de la victoria en la batalla. Aquí, sirve para asegurar a los fieles que Dios es un poderoso protector que garantizará la caída de aquellos que se oponen a Su voluntad. La mención de los perros lamiendo la sangre es una forma vívida de ilustrar la completitud de la victoria, dejando nada atrás. Este versículo puede verse como una promesa de que, a pesar de los desafíos y adversidades enfrentados, la justicia de Dios prevalecerá, y aquellos que se opongan a la rectitud no tendrán éxito. Es un llamado a confiar en el poder y la justicia de Dios, animando a los creyentes a mantenerse firmes en su fe, sabiendo que Dios está en control y traerá el triunfo definitivo del bien.
De la sangre de tus enemigos harás que beban; de la fuerza de tus enemigos, y de la sangre de tus enemigos, harás que beban.
Salmos 68:23
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