Amar a Dios implica más que solo sentimientos de devoción; requiere un compromiso con sus principios, incluyendo una firme oposición al mal. Este versículo llama a los creyentes a rechazar y oponerse activamente a la maldad, alineando sus vidas con la justicia de Dios. Resalta la importancia de la integridad moral y el valor para enfrentar lo incorrecto. La certeza de que Dios protege a sus fieles es una fuente profunda de consuelo. Sugiere que aquellos que se mantienen fieles a Dios y a sus caminos experimentarán su protección y liberación de la influencia y el daño de los impíos. Esta custodia divina no es solo una promesa de seguridad física, sino también una garantía espiritual de que Dios está con nosotros en nuestras luchas contra el mal. El versículo anima a los creyentes a confiar en el poder y la fidelidad de Dios, sabiendo que Él está activamente involucrado en sus vidas, brindando guía y apoyo. Es un recordatorio de que nuestros esfuerzos por vivir rectamente no son en vano, ya que están respaldados por el amor y la protección inquebrantables de Dios.
Los que amáis a Jehová, odiad el mal; él guarda las almas de sus santos; los libra de la mano de los impíos.
Salmos 97:10
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