Los relámpagos son un fenómeno natural poderoso y asombroso, y aquí simbolizan la majestuosa presencia y el poder de Dios. Cuando los relámpagos iluminan el mundo, es un recordatorio vívido de cómo la presencia de Dios puede iluminar y transformar nuestras vidas. El estremecimiento de la tierra es una metáfora de la reverencia y el asombro que toda la creación siente ante lo divino. Este versículo habla del reconocimiento universal de la autoridad de Dios y de la respuesta del mundo natural a Su poder. Nos recuerda que la presencia de Dios no solo es poderosa, sino también transformadora, capaz de traer luz a la oscuridad y evocar un profundo sentido de respeto y maravilla. Esta imagen invita a los creyentes a reflexionar sobre la majestad de Dios y a acercarse a Él con reverencia, reconociendo Su poder supremo y el profundo impacto de Su presencia en el mundo.
Los relámpagos dieron luz al mundo; viólo la tierra, y se estremeció.
Salmos 97:4
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