En el capítulo 17, Juan recibe una visión de la gran ramera, que simboliza a Babilonia, la ciudad que representa la corrupción y la idolatría. Esta figura seductora es descrita como embriagada con la sangre de los santos, mostrando su oposición a Dios y su persecución de los creyentes. La caída de Babilonia es profetizada, simbolizando el juicio de Dios sobre los sistemas corruptos que se oponen a su reino. Este capítulo destaca la lucha entre el bien y el mal y la certeza de que Dios finalmente juzgará a aquellos que se rebelan contra Él. Los creyentes son llamados a discernir entre la verdad y la falsedad, y a mantenerse firmes en su fe en medio de la tentación y la persecución.
Apocalipsis capítulo 17
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