Tertulio, el escriba que redactó la carta a los romanos en nombre de Pablo, se toma un momento para extender sus saludos personales a los destinatarios. Este pequeño pero significativo detalle revela los esfuerzos comunitarios y colaborativos en la iglesia cristiana primitiva. Aunque Pablo fue el autor principal, Tertulio desempeñó un papel crucial para asegurar que el mensaje se comunicara de manera efectiva. Su saludo es un testimonio de la interconexión de los primeros creyentes, donde cada contribución, ya sea visible o detrás de escena, era importante en la misión de difundir el Evangelio.
La mención de Tertulio también refleja la naturaleza personal y relacional de la iglesia primitiva. No se trataba solo de doctrina y enseñanzas; se trataba de personas y relaciones. El reconocimiento de Tertulio en la carta muestra que los primeros cristianos valoraban las contribuciones de los demás y reconocían la importancia de la comunidad. Este versículo anima a los creyentes modernos a apreciar los diversos roles dentro de la iglesia y a fomentar un espíritu de unidad y comunión, reconociendo que cada miembro tiene un papel que desempeñar en el cuerpo de Cristo.