La carta de Pablo a los colosenses comienza con un saludo cálido, dirigiéndose a ellos como el pueblo santo de Dios. Esta designación subraya su santificación y su estatus como personas apartadas a través de su fe en Cristo. Al llamarlos hermanos y hermanas fieles, Pablo enfatiza la profunda kinship espiritual que une a los creyentes, trascendiendo fronteras culturales y geográficas. El saludo de gracia y paz es significativo; la gracia se refiere al favor y amor inmerecido de Dios, mientras que la paz denota la tranquilidad interior y la plenitud que proviene de estar reconciliado con Dios. Este saludo no es meramente una formalidad, sino un profundo recordatorio de las bendiciones que vienen de estar en Cristo. Establece el escenario para el resto de la carta, que explorará la plenitud de la vida en Cristo y las implicaciones de vivir la fe en comunidad. La mención de Dios como 'nuestro Padre' refuerza aún más la relación íntima que los creyentes tienen con Dios, quien es tanto la fuente de gracia como el proveedor de paz.
a los santos y fieles hermanos en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz sean a vosotros, de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
Colosenses 1:2
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