Una historia de lealtad y redención comienza en medio de la tragedia. El relato se sitúa en un tiempo de hambre en Belén, donde Elimelec, su esposa Noemí y sus dos hijos buscan refugio en Moab. Sin embargo, la muerte de Elimelec y sus hijos deja a Noemí y a sus nueras, Rut y Orfa, en una situación desesperada. A pesar de la adversidad, Rut se niega a abandonar a Noemí y expresa su compromiso inquebrantable con estas palabras: "Donde tú vayas, iré yo; tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios". Este acto de lealtad no solo transforma la vida de Rut, sino que también la lleva a un camino de fe que la conectará con la historia de Israel. Este capítulo establece el tono para los temas de amor, lealtad y la inclusión de los extranjeros en el plan divino de Dios.
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