Tobit recuerda sus años juveniles en Israel, subrayando el viaje espiritual de su tribu, Neftalí. A pesar de su separación física de Jerusalén, la ciudad sigue siendo central para su fe. Jerusalén fue elegida por Dios como el lugar para Su templo, un espacio sagrado donde todas las tribus podían reunirse en adoración. Esta elección subraya la unidad y continuidad del pacto de Dios con Su pueblo, destinado a perdurar a través de todas las generaciones. La narrativa de Tobit refleja un profundo sentido de pertenencia y responsabilidad hacia esta herencia divina. Sirve como un recordatorio de la importancia de permanecer conectados a las raíces espirituales y los aspectos comunitarios de la fe. El templo en Jerusalén simboliza no solo un lugar físico, sino un ancla espiritual para los israelitas, recordándoles la presencia y promesas duraderas de Dios. La reflexión de Tobit anima a los creyentes a valorar y mantener las tradiciones sagradas y los lugares que los conectan con su fe y entre sí.
Y en los días de Salmanasar, rey de los asirios, fui llevado cautivo de la ciudad de Nínive, con todos los que fueron llevados cautivos.
Tobías 1:4
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