Al acercarse al final de su liderazgo, Samuel pregunta a los israelitas si les ha hecho daño de alguna manera. Su respuesta es un testimonio de su integridad y equidad. Afirman que no les ha engañado, oprimido ni ha tomado nada injustamente de ellos. Este intercambio subraya el valor del liderazgo ético, donde se espera que los líderes sirvan con honestidad y justicia, sin explotar su posición para beneficio personal. La vida de Samuel es un ejemplo de cómo deben actuar los líderes, ganando la confianza y el respeto de aquellos a quienes guían.
Este momento también resalta la importancia de la rendición de cuentas en el liderazgo. Al preguntar abiertamente al pueblo que testifique en su contra si les ha hecho daño, Samuel demuestra humildad y disposición a ser responsable. Esto construye confianza y fortalece la relación entre los líderes y aquellos a quienes sirven. En un sentido más amplio, este pasaje anima a todos a actuar con integridad y equidad en sus interacciones con los demás, fomentando una comunidad basada en la confianza y el respeto mutuo.