En este versículo, el hablante reflexiona sobre los poderosos actos de Dios y Su fidelidad a Sus promesas. Se recuerda un momento significativo en la historia de Israel cuando Dios expulsó a los habitantes anteriores de la tierra para hacer espacio a Su pueblo elegido, cumpliendo así Su promesa a Abraham. Este acto no es solo un relato histórico, sino un testimonio de la fidelidad duradera de Dios y de la relación especial que tuvo con Abraham, a quien se refiere aquí como Su amigo. Este título enfatiza la cercanía y confianza entre Dios y Abraham, estableciendo un modelo para el tipo de relación que Dios desea con todos Sus seguidores.
El versículo sirve como un recordatorio del compromiso inquebrantable de Dios con Sus promesas. Anima a los creyentes a recordar la fidelidad pasada de Dios como fuente de esperanza y confianza en tiempos de dificultad. Al evocar las acciones de Dios, el hablante invoca Su poder y fidelidad, buscando la seguridad de que así como Dios estuvo con Abraham y los israelitas, Él estará con ellos ahora. Este versículo invita a los creyentes a confiar en las promesas de Dios y en Su capacidad para guiar y proteger, reforzando la idea de que el pacto de Dios es eterno y Su amor inmutable.