En este pasaje, Pablo habla de la profunda seguridad que tienen los creyentes a través de las acciones de Dios. Al sellarnos como Su propiedad, Dios afirma que le pertenecemos. Este sello no es una marca física, sino la presencia del Espíritu Santo en nuestros corazones. El Espíritu actúa como un anticipo, similar a un pago inicial, garantizando la herencia completa que está por venir. Esta imagen de un anticipo resalta la certeza y seguridad de las promesas de Dios hacia nosotros. Asegura a los creyentes que lo que Dios ha comenzado en ellos será llevado a su plenitud. La presencia del Espíritu Santo es un recordatorio constante del amor y compromiso de Dios, ofreciendo paz y esperanza en medio de las incertidumbres de la vida. Esta seguridad anima a los creyentes a confiar en la fidelidad de Dios y a esperar el cumplimiento de Sus promesas, viviendo a la luz del futuro eterno que Él ha preparado.
el cual también nos ha sellado y nos ha dado las arras del Espíritu en nuestros corazones.
2 Corintios 1:22
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