El versículo relata un momento crucial en el que Jesús recibió una afirmación divina de Dios Padre. Este evento, a menudo asociado con la Transfiguración, subraya la relación única e íntima entre Jesús y Dios. La voz de la Magnífica Gloria, un término que transmite la suprema autoridad y presencia de Dios, declara a Jesús como Su Hijo amado, expresando tanto amor como aprobación. Esta declaración es significativa por varias razones. Primero, confirma la identidad de Jesús como el Hijo de Dios, reforzando Su autoridad divina y misión. Segundo, proporciona seguridad a los creyentes de que las enseñanzas y acciones de Jesús están arraigadas en la verdad y propósito divinos. Este momento también sirve como un aliento para los seguidores de Cristo, recordándoles la importancia de escuchar y seguir a Jesús. La afirmación de Dios Padre es un testimonio del amor y la unidad dentro de la Trinidad e invita a los creyentes a confiar en el papel de Jesús en su viaje espiritual. Este respaldo divino es una piedra angular de la fe cristiana, enfatizando la importancia de la vida y obra de Jesús en la narrativa más amplia de la salvación.
Porque él recibió de Dios Padre honra y gloria, cuando una voz que de la magnífica gloria le vino, dijo: Este es mi Hijo amado, en quien tengo complacencia.
2 Pedro 1:17
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