En este versículo, Esteban, un seguidor de Jesús, relata la historia del sufrimiento de los israelitas en Egipto durante su discurso ante el Sanedrín. Las acciones opresivas del gobernante egipcio contra los israelitas incluyeron un brutal decreto para matar a sus hijos recién nacidos, con el objetivo de debilitar y controlar a la creciente población hebrea. Este periodo de sufrimiento es un momento crucial en la historia de los israelitas, mostrando su resistencia y fe en las promesas de Dios.
A pesar de las circunstancias adversas, la narrativa enfatiza que Dios no abandonó a su pueblo. Este relato histórico anticipa la eventual liberación de los israelitas a través de Moisés, destacando la fidelidad y el poder de Dios para salvar. El versículo sirve como un recordatorio conmovedor de las pruebas que enfrentó el pueblo de Dios y la esperanza que proviene de confiar en la intervención divina. Anima a los creyentes a aferrarse a su fe, incluso cuando se enfrentan a desafíos aparentemente insuperables, confiando en que Dios está presente y trabajando hacia su liberación y bienestar.