En este versículo, Dios instruye a su pueblo a mantener la pureza y la integridad de sus mandamientos. La directriz de no añadir ni quitar nada de los mandamientos de Dios subraya su plenitud y perfección. Esto nos recuerda que la sabiduría humana no debe alterar las instrucciones divinas. El versículo llama a la obediencia y la fidelidad, enfatizando que las leyes de Dios son suficientes para guiar a su pueblo en la rectitud. Al adherirse estrictamente a los mandamientos de Dios, los creyentes demuestran confianza en su sabiduría y autoridad. Este principio es relevante en todo tiempo, recordándonos que la palabra de Dios es inmutable y confiable. Nos anima a acercarnos a las escrituras con reverencia, entendiendo que las instrucciones de Dios están diseñadas para nuestro bienestar y crecimiento espiritual. El llamado a mantener intactos los mandamientos de Dios es un recordatorio atemporal de la importancia de la fidelidad a las enseñanzas divinas, asegurando que nuestras vidas se alineen con la voluntad de Dios.
No añadiréis a la palabra que yo os mando, ni quitaréis de ella, para que guardéis los mandamientos de Jehová vuestro Dios que yo os ordeno.
Deuteronomio 4:2
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