Pablo comienza su carta estableciendo su identidad como apóstol, un rol que no ocupa por ambición personal, sino por la voluntad de Dios. Esta introducción es significativa porque subraya la autoridad divina y el propósito detrás de su mensaje. Al dirigirse a los creyentes en Éfeso, Pablo los llama 'pueblo santo de Dios' y 'fieles en Cristo Jesús', destacando su estatus santificado y su compromiso con la fe. Este saludo no solo reconoce su identidad espiritual, sino que también sirve como un aliento para que continúen viviendo de acuerdo con su llamado.
El uso de 'santo' significa que los creyentes están apartados para los propósitos de Dios, mientras que 'fiel' refleja su firmeza en seguir a Cristo. Al dirigirse a ellos de esta manera, Pablo recuerda a los efesios su relación única con Dios y las responsabilidades que conlleva. Este versículo de apertura establece una base para los temas de unidad, identidad y propósito que Pablo explorará a lo largo de la carta, animando a los cristianos a abrazar su papel como parte de la familia de Dios y vivir su fe con dedicación.