En este intenso intercambio entre Moisés y el faraón, Moisés declara que no volverá a presentarse ante él. Este momento llega después de una serie de plagas que Dios envió sobre Egipto, cada una más severa que la anterior, mientras el faraón continuaba endureciendo su corazón y se negaba a liberar a los israelitas de la esclavitud. La afirmación de Moisés marca el final de sus negociaciones con el faraón, indicando que el juicio de Dios está a punto de alcanzar su clímax. Esta interacción subraya los temas de la autoridad divina y la futilidad de resistir la voluntad de Dios. Para los creyentes, sirve como un recordatorio de la importancia de la obediencia a Dios y la certeza de que Sus planes prevalecerán en última instancia. La narrativa fomenta la fe en el tiempo y la justicia de Dios, incluso cuando las circunstancias parecen desesperadas o cuando se enfrenta a una oposición poderosa. La respuesta calmada pero resuelta de Moisés al faraón es un testimonio de su fe y liderazgo, confiando en la promesa de Dios de liberar a Su pueblo de la esclavitud.
Y Moisés dijo: Así será; yo no volveré a ver tu rostro más.
Éxodo 10:29
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