Moisés se tomó muy en serio la tarea de documentar las palabras del SEÑOR, lo que subraya la importancia de preservar la guía divina para las generaciones futuras. Al levantarse temprano para construir un altar, mostró dedicación y reverencia, estableciendo un ejemplo de cómo priorizar las responsabilidades espirituales. Las doce piedras que erigió simbolizaban las doce tribus de Israel, sirviendo como una representación tangible de su identidad colectiva y unidad bajo el pacto de Dios. Este acto no fue meramente ritual, sino que tenía un profundo simbolismo, reforzando la idea de que los israelitas estaban unidos por su fe compartida y las promesas divinas. El altar y las piedras servían como un recordatorio físico de su compromiso con Dios, animando a la comunidad a permanecer fiel y a recordar las verdades fundamentales de su relación con lo divino. Este pasaje invita a los creyentes a reflexionar sobre la importancia de la comunidad, el recuerdo y la naturaleza perdurable de las promesas de Dios.
Y Moisés escribió todas las palabras de Jehová; y levantándose de mañana, edificó un altar al pie del monte, y doce piedras, conforme a las doce tribus de Israel.
Éxodo 24:4
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