En Éxodo 28:10, Dios da instrucciones específicas para la creación del efod, una vestidura sagrada que usa el sumo sacerdote. El efod debía tener dos piedras de ónice, cada una grabada con los nombres de seis tribus de Israel, organizados según su orden de nacimiento. Este detalle enfatiza la importancia de recordar y honrar la herencia y la identidad de las doce tribus. Al llevar estas piedras, el sumo sacerdote simboliza que lleva al pueblo de Israel sobre sus hombros, representándolos ante Dios en el santuario. Este acto de cargar los nombres de las tribus significa el papel del sacerdote como intercesor, cerrando la brecha entre Dios y el pueblo. También subraya la unidad y la identidad colectiva de los israelitas, recordándoles su historia compartida y el pacto con Dios. Esta práctica resalta el principio espiritual de la comunidad y la responsabilidad de los líderes de representar y servir a su pueblo con integridad y fidelidad.
El grabado de los nombres en orden de nacimiento también refleja la naturaleza organizada e intencional de las instrucciones de Dios, asegurando que cada tribu sea reconocida y valorada. Este pasaje invita a reflexionar sobre la importancia del liderazgo espiritual, el poder de la memoria y la unidad del pueblo de Dios.