En este pasaje, Dios habla a través del profeta Ezequiel al pueblo de Israel. Los israelitas habían enfrentado ridículo y opresión por parte de las naciones circundantes, y este versículo es parte de la promesa de Dios de restaurar a Israel y traer justicia a quienes les han hecho daño. Al jurar con la mano levantada, Dios está haciendo un voto solemne, enfatizando la certeza de Su promesa. Esta acción simboliza Su autoridad y compromiso de cumplir Su palabra.
El contexto de esta promesa es significativo porque se da en un momento en que Israel estaba en el exilio, sintiéndose abandonado y sin esperanza. La garantía de Dios de que las naciones que se burlaron de ellos también sufrirían vergüenza es un poderoso recordatorio de Su justicia y soberanía. Resalta que Dios es consciente de las injusticias que enfrenta Su pueblo y que actuará en Su perfecto tiempo para abordarlas.
Para los creyentes de hoy, este versículo puede servir como una fuente de aliento. Nos recuerda que Dios es justo y no pasará por alto los agravios cometidos contra Su pueblo. También nos anima a confiar en Su tiempo y en Sus planes, sabiendo que Él es fiel a Sus promesas y que, al final, traerá justicia y restauración.