Pablo se dirige a los cristianos de Galacia, recordándoles que su experiencia del Espíritu de Dios y los milagros entre ellos no fueron el resultado de seguir la ley, sino de la fe en el Evangelio. Esta pregunta retórica subraya el principio de que la fe, y no la observancia legalista, es la clave para la vida espiritual y la intervención divina. Al señalar sus propias experiencias, Pablo refuerza la idea de que la gracia y el poder de Dios se acceden a través de la creencia en Cristo, no a través de esfuerzos humanos por cumplir con la ley. Este mensaje es fundamental en la fe cristiana, enfatizando que la salvación y las bendiciones espirituales vienen a través de la fe, que une a los creyentes con Cristo y los abre a la obra del Espíritu Santo.
El argumento de Pablo está diseñado para alejar a los gálatas de volver a depender de la ley, que no puede producir la misma transformación espiritual y milagros que la fe en Cristo. Esta enseñanza es crucial para los cristianos, ya que les anima a centrarse en la esencia del Evangelio: la fe en Jesús, y a confiar en el poder del Espíritu Santo en lugar de en su propia capacidad para seguir reglas religiosas. Es un llamado a abrazar la libertad y la gracia que se ofrecen a través de la fe, lo que conduce a una relación más profunda y auténtica con Dios.